domingo, 17 de abril de 2011

Una abuela en el Senegal IV parte

Me arme de valor y a ver los cocodrilos. La bajada al embarcadero no estaba fácil, muy empinada. Tuvieron que echarme una mano
65 años son 65 años. Cuando vi la barquita en la que íbamos a recorrer el río Gambia en busca de cocodrilos e hipopótamos se me pusieron los pelos de punta.
Apetecía echar a correr sin volver la vista atrás.


Era ridícula. Cabíamos, mi hijo, su mujer, el barquero y yo.
Eso si, nos puso chaleco salvavidas y nos advirtió que no sacáramos cuerpo o nada fuera de la canoa.
Una tontería, porque si algún animal se pone bravo, nos hubiera zampado de un bocado con barca y todo.


Por aquí es por donde bajan al río los hipopótamos. Como un tobogan.
Atardecía y en el río solo estábamos nosotros y los nativos.
Era su hora de poner las redes y las tenían de lado al lado del cauce.
Al pasarlas, a veces, las estropeabámos.


            De repente veo que el barquero se empieza a desvestir.

- Oye, le digo a mi nuera, que este tio se esta desnudando.

- Si, creo que es para arreglar las redes.

Pues nada tan tranquilo, se desnudo y al agua.

Todo muy tipico


Islitas por aquí, islitas por allí, y siempre llenas de pájaros.
Me vino a la cabeza un pensamiento:
- Tanto paseo por ríos ajenos, y nunca me he marcado uno por nuestros ríos españoles.
Algunos serán navegables digo yo.Claro que mola  mas hacerlo en Africa. Mas exotico.


 


Aquí un Martin Pescador de los mucho que vi.

Tres clases distintas por lo menos.
A todo esto todavía no habíamos visto ningún cocodrilo. Menos mal. En un momento dado nos dice el barquero que nos tenemos que bajar y andar hasta el otro lado de la islita. Poco calado.

 Turista perfecta, estoy horrenda asi que estuve pensando no ponerla, pero aqui esta. Si me llego a acordar de los cocodrilos, que corren como Alonso (cuando corría) por tierra, le digo que baje su tía. No me acorde y disfrute a pesar que no las tenía todas conmigo. Luego mi nuera me comento que ella si lo penso y iba acojonada.


Tendiendo las redes.
El barquero, hablaba un poco de francés. La excursión, como todo la contratamos en el Campamento y ellos se ocupaban de pagar al hombre.
La gente es agradable y todos jóvenes, pocos llegan a viejos.
En el Senegal no tienen problema de pensiones.


De momento vimos un hipopótamo muerto, pero de los vivos nada.
Yo casi me alegraba de no ver nada. En mi imaginación me veía rodeada de cocodrilos y no me hacía ninguna gracia.
La temperatura estupenda. Me alegre de no llevar nada de abrigo que estuve pensándolo.


Desde luego, esto no se parece nada a Las Americas (Tenerife) tan masificadas de gente.
No vimos ni un solo turista. Claro que cuando llegamos a cenar lo comprendimos. No había nadie en el campamento más que una pareja de chicas y nosotros. Hasta daba miedo ser unicos.

      A mitad de la cena se acerca el de recepcion,  un hombre guapisimo por cierto. Alli tanto hombres como mujeres son muy guapos.

Le dice a mi nuera: la llaman por telefono.

          Quedamos los tres con la boca abierta ¿quien sabia que estabamos en la selva?

Era mi primogenito que se habia quedado preocupado por dejarnos solos alli y llamaba para ver como estabamos.
Al día siguiente a la hora de cenar, sin embargo, estaba lleno el comedor de franceses jubilados. Los dueños del campamento  tambien eran  europeos.



Un chico que hablaba español perfectamente (nunca salio de allí) y es ornitólogo, nos dijo que todos los años tenía grupos, de aficionados a los pájaros, que le llegaban de Cataluña y los llevaba a Wassadou.
Muy majo el hombre.

 Lo llamaba todo el mundo carlitos, no se porque pues su nombre era Mohamed. A nosotros nos enseño un bosque.


Llegó el momento temido. Nos encontramos con una familia de hipopótamos. El jefe nos miraba atravesado. Procure no mirar mucho para que no me entrara el miedo.
Con ese motivo no hice muy buenas fotos.  

 Cuando llegue a casa lei un libro de viajes que decia que lo que producia más accidentes y era mas peligroso en estos sitios son los hipopotamos. No me choca. Son muy mal encarados, pero deberia haber sido mas valiente y sacarlos con la boca abierta en lugar de cerrar los ojos. la bocaza imponia.
         Lo que si recuerdo con entusiamso son los wiskys que bebia cuando volvia al campamento. Me sabian a gloria.
(continuara)


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