sábado, 21 de mayo de 2011

El Sagrado corazón de La Villa


Cerca de San Sebastian de La Gomera, a unos cuatro kilómetros de La Villa se alza sobre el cerro o lomada del Machal el Sagrado Corazón que domina el pueblo.
Bueno, tendría que dominarlo. Para mi gusto quedo algo pequeño.


Empiezas subiendo por un camino estrecho pero empedrado y te haces ilusiones.
A sus lados ves plantas como esta tabaiba empezando a echar hoja.
Cuando no la tienen parecen más muertas que vivas.


Es un paisaje de sur. O sea, seco, con cactus, piedras y alguna hierba.
De verde lo justo para no pensar que estas en la luna.


Enseguida el suelo empedrado se vuelve de tierra, y de protecciones sobre el precipicio nada de nada.
Ruegas para no encontrar a nadie de frente.
Más emocionante que se pone la cosa.


Estoy enamorada de los cardones, esos cactus que parecen velas.
Además son muy fotogénicos. En la cima hay muchos.


Como digo arriba, aunque el Cristo tiene trece metros de peana y cinco la estatua, quedo enano. Esta echo de piedra artificial (encima) y dicen que se parece al de Brasil.
La primera piedra se pudo en 1.962.


El lugar esta estupendo para poner un restaurante, pues tiene unas vistas de campeonato. Eso si, suele haber algo de viento.
Se inauguro sobre el 64. Poco antes de poner yo por primera vez el pie en esta isla.



El pueblo visto desde allí. En los años 60 eran cuatro casas y el puerto, cabía un barco frutero, había que buscarlo con lupa.
Recuerdo que le pregunte al de siempre:
-¿Donde esta el puerto?



Desde el cerro también se ve el sur de Tenerife, y como no, el siempre presente Teide.
El panorama no puede ser mejor.


El puerto deportivo con los dos ferrys que nos disfrutamos atracados, el Benchijigua de la compañía Olsen y el Volcán de Taburiente de Armas.
Pensar que hasta los años setenta solo había un barco o dos a la semana y tardabas toda la noche porque salia de Santa Cruz de Tenerife.



El puerto deportivo más cerca y la playa donde me suelo bañar.
Este puerto también quedo escaso enseguida. Siempre esta lleno.


En los cuarenta y cinco años que llevo viniendo a la isla ha cambiado algo.
Por lo pronto tiene carreteras que entonces eran de tierra y ponían los pelos de punta.
El paisaje sigue siendo el mismo, algo de verde en invierno y seco el resto del año.
En el sur claro, el norte es más animado.


Me gusta subir hasta allí de vez en cuando. No tiene muchos visitantes y eso siempre es de agradecer.

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