viernes, 11 de julio de 2014

Montuïri

          Mi hijo y yo, mano a mano, decidimos ir a darnos una vuelta por la isla a lugares que no hubiera visitado el año pasado. Tomamos camino de Manacor que no conocíamos ninguno de los dos. Por el camino muchos molinos. Mallorca sin molinos no es Mallorca y así hace unos 40 años surgió la asociación de amigos de los molinos de Mallorca para conservarlos y evitar su desaparición.
          Se ocupan de todo tipo de molinos, de viento, de agua y de sangre. Y la verdad animan mucho el paisaje.
          A mi gusto (espero que no me tiren tomates) el paisaje de la isla, en el interior, no es nada del otro mundo, por lo menos lo que yo conozco. Los he visto mucho mejores.
 La costa es otra cosa.
          De repente vimos un pueblo en una lomita. Parecía bastante grande y como no íbamos a tiro hecho entramos a visitarlo. En la zona de la foto aparcamos.
          Nos metimos por sus calles con las casas de color terroso (casi todos los pueblos son de ese colorido). A mi primogénito le encanta, a mi me recordaba las casas de Castilla, salvando las distancias. Lo recorrí al trote como reina consorte, varios pasos detrás del rey.
 Me cuesta seguir el ritmo de mi vástago.
          Buscábamos la iglesia. Tuvimos que andar un rato.
 El pueblo tiene cerca de 3.000 habitantes.
 La iglesia es bonita, del siglo XIV, por fuera por dentro no la pude ver porque estaba cerrada a cal y canto.
          Una de las puertas.
 Yo venga a sacar fotos. Todos los sitios por pequeños que sean, si no los conozco me encantan. Gente poca.
 Me dicen que el mallorquin es mas de casa, lo que me resulta difícil de creer con el clima que tienen.
          Vimos también la Plaza Mayor con su ayuntamiento.
 En Palma me choco que el ayuntamiento no esta en esa plaza lo que suele ser normal en casi todos los pueblos y ciudades.
          Parece que acababan de estar de fiesta por la tarima que hay delante. Nos gusto el pueblo en general, y sobre todo cuidado lo que se  echa de menos en otros lados.
         Este paisano que estaba a un costado de la iglesia no me entere quien era. Con las mismas dejamos atrás Montuïri y seguimos nuestro paseo por la isla.

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