martes, 1 de noviembre de 2011

El faro de Fuencaliente y las salinas.

Dejamos atrás el cráter del volcán de mis miedos y nos lanzamos en busca del faro y las salinas.
Había dos opciones y cogimos la más complicada sin saberlo.
Nos encontramos en medio de grandes extensiones de plataneras.
Las manchas blancas con los plásticos que utilizan como invernadero.
Estropean por completo el paisaje.


Kilómetros y kilómetros de plataneras.
Tuvimos que preguntar varias veces. Cuando ya empezábamos a desesperar, divisamos el complejo a lo lejos.

Nos encontrábamos en la punta sur de la isla, dentro del Parque Natural de Cumbre vieja.
A los pies del Teneguia.
Por lo tanto es zona volcánica. Lavas, lavas y más lavas.
De hecho cuando el Teneguia entro en erupción su lava daño el faro.

Dejamos la carretera asfaltada y nos internamos en un camino de tierra. La vegetación muy escasa.
En las lavas tarda muchos años en salir algo, por eso se sabe si son relativamente recientes o no.

Son dos los faros: el viejo y el nuevo.
El más pequeño data de 1.902 y sobrevivio a varios volcanes.
En 1.939 dos terremotos agrietaron sus paredes.
En 1,949 fue el volcán de San Juan el que lo dejo tambaleándose.
Y de remate en 1.971 el Teneguia acabo de darle la puntilla.

Se le reparo, pero a su lado se construyo otro más moderno que empezó a funcionar en 1.985.
El nuevo tiene 4 metros de diámetro y 42,15 metros de altura.
En el edificio cuadrado hay un Museo del Mar y de la Reserva Marina.


El sitio es muy bonito, dentro de lo que es un paisaje de estas características. A veces parece como si hubiera pasado Atila por allí.
Junto a los faros de Fuencaliente, se encuentran las salinas en plena actividad.

Es el último complejo salinero que se construyo en Canarias. Es de hace 42 años, cuando la familia Hernandez se lanzo a crear este centro para abastecer a la isla de La Palma.
La sal que sale de aquí es denominada "Flor de sal" dicen que no tiene nada que ver con la sal fina o gruesa que se utiliza normalmente para cocinar.

Es la reina de la sal. En estos cuadrados que llaman balsas es donde se forma la sal, pasada luego por el cedazo de forma manual. Estas balsas son únicas en Canarias.
Se veía a los trabajadores en su faena. Están vivas.

Me encanto el lugar. Me marche con pena.
A lo lejos se ven los molinillos que producen la energía eólica. Son la peste en cualquier paisaje de nuestro país.
Claro que odio más los cables.
Hasta que no empecé a hacer fotos no me di cuenta de que estamos invadidos de cables.
Es difícil no tener alguno por el medio, pero los esquivo con habilidad.

Vamos dejando atrás las salinas y los faros. Esta vez tomamos el camino bueno y tardamos mucho menos. Menos mal. Ya nos tocaba comer.
Lo hicimos en Los Canarios donde entablamos conversión con una pareja joven que venía de Cataluña y pasamos un rato agradable.


La zona es un espacio natural de interés científico.
Aquí se dan cita muchas aves migratorias, e incluso crían
Los más raros son los flamencos y los tarros blancos que de vez en cuando se dejan ver.

El paisaje siempre presidido por conos volcánicos. Así que nadie se asusto por un volcán más o menos.
Junto con el Roque de los Muchachos, fue una de las cosas que más me gusto de la isla que no es precisamente mi preferida.

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