viernes, 24 de junio de 2011

Boadilla de Rioseco


Perdido en la Comunidad de Castilla-León (Palencia) se encuentra el pueblo de Boadilla de Rioseco con sus cerca de 150 habitantes y su río Sequillo. Seco de verdad. Vamos que ni gota de agua, por lo menos esta semana.
Se encuentra en el centro del triángulo formado por las poblaciones de Villada, Villalón de Campos y Cisneros.



Y que se me perdió a mi en dicho pueblo castellano, donde anidan las cigüeñas.
Aves que deben de ser muy católicas, pues siempre hacen su nido en las iglesias.
Unos amigos arreglaron la casa de sus abuelos y fui a conocerla.


Es como todas las localidades de Tierra de Campos y se vive de la agricultura.
No se ve un alma por las callejuelas; tranquilidad absoluta y como decía Machado "por la terrible estepa castellana, polvo sudor y hierro, el Cid cabalga...."


O sea, que mucho calor al mediodía y fresquete por las noches.
Nunca tuve un jardín en Castilla, pero con ese clima debe de ser difícil conservar plantas.


Detalle de la casa. Me encantan las casas antiguas arregladas conservando su tipismo y los muebles que sea posible.
Me encantan las vigas de madera y las habitaciones con recovecos.
Prefiero cincuenta veces una casa así que una moderna.


Y techos altos que dan amplitud. Y sus patios donde sentarse al atardecer a rajar, como dirían las gomeras.
Normalmente esas casas por fuera aparentan mucho menos de lo que son.
En la antigüedad llevaba el nombre de Botavella in Rido seco, que quería decir algo así como lugar de bueyes.
Sus habitantes se llaman boadillanos.


El sitio es pequeño, pero tiene dos iglesias de estilo barroco, la de San Salvador (foto) del siglo XVI y la de Santa Maria del siglo XVII.
Las dos con inquilinos en su campanario.
Y un puente sobre el río interesante.



Al caer la tarde, se puede uno dar una caminata hasta la ermita de la patrona del pueblo.
Senda bordeada de árboles y donde te puedes encontrar cosas como este rebaño de ovejas que rodeo nuestro vehículo.


Me quede con ganas de sacar una foto desde fuera del coche. Era un rebaño de padre y muy señor mio, con su pastor y sus perros guias.
A cualquier lado que mires, infinito el horizonte. Amarillenado ya en esta época. Si se ve en primavera otra cosa.


La ermita de Nuestra Señora del Amparo. Bonito nombre, y estupendo amparo el que dará a su vecinos.
Me quede con gana de pasar un par de días allí.

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