lunes, 16 de enero de 2012

Una experiencia

La tragedia del trasatlántico italiano que llena estos días los telediarios me ha hecho recordar una experiencia que tuve hace unos 45 años en un barco de Trasmediterranea.
Nunca hice un crucero, pero en barco, ferry o canoa monto varias veces al año.
Actualmente los cruceros en naves tan grandes me recuerdan a los grandes centros comerciales y no me apetecen nada. Si me iría en otros cruceros de menos personas que los hay estupendos, pero son carisimos.
La mar me da respeto, pero piensas que existe un chaleco salvavidas o un madero y no necesariamente pierdes la vida. El avión me da bastante más yuyu.
En aquella ocasión viajábamos de Santa Cruz de Tenerife a Málaga. El viaje duraba dos noches y casi dos días. Ibamos el de siempre, nuestro hijo mayor de 5 meses, la chica que lo cuidaba y yo.
Era domingo y estábamos oyendo misa en una especie de pasillo del barco. En aquellos años se respetaba la misa de los días festivos.
En esto que tripulantes empiezan a pasar a todo correr entre el cura y los asistentes a la celebración.
- Que mal educados me comento mi marido.
De pronto una voz angustiosa se oyó por los altavoces:
- Fuego, fuego a bordo, todo el personal se presente en tal sitio.
Quedamos todos lívidos.
El sacerdote se vuelve y nos empieza a dar un sermón sobre que la muerte nos acecha en cualquier momento.
Se quedo solo.
Lo primero que hicimos fue ir a buscar a nuestro hijo. Yo de paso cogí el dinero. El de siempre más practico, una vez en el lugar de reunión, se metió en el bar y cogió varias botellas de agua mineral que metió debajo del capazo del bebe.
- Para que quieres el dinero me dijo la compañía te dará todo lo que necesites cuando llegues a tierra, es más importante el agua pues no se sabe el tiempo que estaréis en el bote salvavidas y por lo menos que el niño pueda beber.
Tenia razón tengo que reconocer aunque me pese muchas veces dársela.
- Mira le dije, como primero se ponen a salvo los niños, las mujeres y los viejos, a ti te toca salir con el capitán y que hago yo en Marruecos sin un duro y con un niño de 5 meses.
El barco inmediatamente puso proa a la tierra que teníamos más cerca.
En estos casos siempre hay gente que se pone muy nerviosa, así que hubo sus momentos de confusión y tensión.
Afortunadamente al final pudieron apagar el fuego que ya había quemado algunos camarotes de la tripulación, el comedor de oficiales y estaba cerca de la sala de maquinas.
Y ese era el problema, si hubiera llegado aquello hubiera explotado y no nos hubiera dado tiempo a salir del barco.
Una vez pasado el peligro el capitán nos hecho una bronca espantosa, pues el fuego se había producido por un pitillo que al echarlo por la borda volvió y entrando por el ojo de buey cayó en la cama del cocinero que en aquellos momentos estaba preparando la cena.
Además nos dijo que por la mañana había habido otro incendio (que no nos enteramos) que quemo dos coches que iban en cubierta, por el mismo motivo.
Cualquiera que haya ido alguna vez en barco sabe que no se pueden tirar los pitillos por la borda y además te lo dicen continuamente que es preferible que lo tires al suelo y lo pises si no tienes cenicero a mano.
Aquel día a la hora de la cena estábamos lleno total. Gente que nunca salia de su camarote por aquello de mareo habían espabilado por la vía rápida.
Cuando llegamos a Málaga eramos todos intimos amigos.
Y a continuar el viaje en coche hasta Gijón. Mil kilómetros de nada.
¡Que viajes aquellos!
Todavía se me ponen los pelos de punta de pensar que me pude ver en un bote salvavidas, a mis 20 años, con un bebe de cinco meses en medio del Océano Atlántico.
El de siempre con el capitán. Creo que era el más joven de los pasajeros.

8 comentarios:

  1. Hija ,qué horror,no sabia yo que te habia pasdo todo eso...nunca contaste nada,uuuufffff.No tengo palabras.

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    1. Que no te acuerdas porque pasaron muchos años pero si lo contamos. A lo mejor como tu estabas en Madrid no te enteraste.

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  2. Por suerte todo quedo en un susto y hoy casi en una anécdota

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    1. Si que tuvimos suerte, pero a pesar de todo tengo mas miedo al avion. Eso de ir volando no es natural.

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  3. Aaaaaaaaaaaay Lucre,he sentido miedo al leerlo!
    En mi vida sólo me he subido una vez en una barca y eso de no tener los pies en tierra...qué miedito mi niña.
    Nada,ni avión ni barco que la tierra es más segura jejeje.
    Me ha alegrado que conoces Gijón.Yo,no sé si te lo he dicho,soy de cerca;a Gijón se llega en un pis-pas;vivo en Mieres del Camino,en una aldeílla muy pequeñina;bueno,que disculpes que el nombre...por no decirlo en Internet,ya sabes.
    Un besito cariño.Me ha encantado repasar un recuerdo tuyo.Mk

    Carmen P.Mourelle.

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    1. Ah! y algo que se me ha olvidado comentar:
      que los pies en la tierra están más seguros;aunque no en la costa que con eso de los maremotos...vamos todos para el país de los benditos...mejor en la cumbre más elevada que haya por si hay una inundación;no sé,el diluvio de nuevo jejeje.Y es que soy una miedosa enfermiza.
      Muak

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    2. Soy de Gijón, nacida en la calle Corrida, asi que mas gijonesa no puedo ser.
      Yo tambien soy algo miedosa, pero hay que sobreponerse si no no vas a ningun lado.

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    3. Se ve que somos vecinas de puerta y puerta jeje.Yo nací en una aldea de La Coruña(Padreiro.Baiñas);a las tres semanas me trajo mi madre y hala,que aquí me quedé jjj;mi má gallega y mi pá asturianu.

      Ayyyyyy,es que cuando me pongo a pensar...no tengo límites;creo que yo,para escritora de terror no iba a tener precio jejejeje.

      Un besín preciosa

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